Un viaje por la auténtica y sabrosa gastronomía asturiana
Si hay una tierra en España donde el buen comer forma parte de su identidad, esa es Asturias. Verde, montañosa, marinera y generosa, esta región del norte cautiva no solo por sus paisajes, sino también por su gastronomía contundente, sabrosa y profundamente ligada a la tradición.
La cocina asturiana es un reflejo de su geografía: mar y montaña, valles fértiles y puertos pesqueros. Su recetario está lleno de platos reconfortantes, pensados para combatir el frío y celebrar la buena mesa.
No se puede hablar de Asturias sin mencionar su plato más icónico: la fabada. Un guiso elaborado con fabes (judías blancas grandes y mantecosas), chorizo, morcilla y tocino, que se cocina lentamente hasta lograr una textura suave y un sabor intenso. Tradicional, contundente y absolutamente deliciosa.
Otro emblema asturiano que ha traspasado fronteras es el cachopo. Dos filetes de ternera rellenos de jamón y queso, empanados y fritos hasta alcanzar una textura crujiente por fuera y fundente por dentro. Aunque hay muchas variantes (de pescado, de setas, de queso de cabra...), el clásico sigue reinando en las sidrerías.
Asturias es tierra de quesos. Con más de 40 variedades artesanas, esta región presume de una diversidad quesera única en Europa. El más famoso es el Cabrales, un queso azul curado en cuevas naturales de los Picos de Europa, de sabor potente y textura cremosa. Pero también destacan el Gamonéu, el Afuega’l Pitu o el Beyos, entre muchos otros.
La costa asturiana ofrece un festín marino: lubina, bonito, oricios (erizos de mar), percebes, centollos y andaricas (nécoras) son solo algunos ejemplos. El bonito del norte, especialmente en temporada, es protagonista en platos como el marmitako o en escabeches caseros.
Para los más golosos, Asturias también tiene mucho que ofrecer: arroz con leche cremoso y requemado, casadielles (empanadillas fritas rellenas de nuez y anís), carbayones (pasteles de hojaldre y almendra), o frixuelos, una especie de crêpes que se sirven con azúcar, miel o rellenos.
La sidra asturiana no es solo una bebida, es una experiencia cultural. Se sirve escanciándola (derramándola desde lo alto en el vaso para oxigenarla) y se bebe de un solo trago. En las sidrerías, el ritual de la botella y el vaso compartido es parte esencial del encuentro social.
Asturias también ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Grandes cocineros como Nacho Manzano, Marcos Morán o Jaime Uz han llevado la cocina asturiana a las estrellas Michelin, combinando técnicas modernas con los sabores de siempre.
Asturias no solo se visita, se saborea. Su gastronomía es un reflejo de su paisaje, de su gente y de su forma de entender la vida: con hospitalidad, abundancia y autenticidad. Ya sea en una aldea remota, en una sidrería bulliciosa o en un restaurante con estrella, en Asturias siempre se come bien. Y se recuerda mejor.
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